
Las venas abiertas (Subsede)
Teatro La Rosa
Cuba
Textos: Eduardo Galeano
Dirección: Roxana Pineda
Las venas abiertas propone un viaje emotivo por la espiritualidad de una cultura que resiste. Resistir no significa aceptar; los gritos que desde el fondo de la tierra estremecen la vida, las imágenes que a sangre y fuego han conformado esas voces, cargan consigo el coraje y la tristeza, la alegría y los sueños; esa capacidad creativa para tejer memoria sin que los horrores logren sepultar la belleza y la increíble vitalidad de un continente que, como el primer día, parece despertar a la vida y ser el territorio donde todo puede volver a nacer.
Nos hemos juntado por segunda vez estos dos excelentes músicos y yo, una actriz que desea encontrar en las canciones otra posibilidad para seguir haciendo vida. Nos une la curiosidad, el deseo de recorrer territorios diferentes a través de los cuales intentamos abrir algunas preguntas, percibir algún estremecimiento, rozar el dolor o la sonrisa mientras las palabras y las melodías imponen también otro modo de pensar y estar presentes.
Los temas que hemos seleccionado se hunden en la cultura cubana y en el cuerpo profundo del continente americano. Es un recorrido que se debate entre el gesto más humilde y otra visión más abarcadora de los destinos del hombre inmerso en la batalla por la felicidad y la dignidad humanas. Sin trascendentalismo, como la mujer o el hombre que cada día se preguntan cómo hacer vida o andan haciéndola sin preguntarse mucho por qué.
Junto a las canciones, como puentes que iluminan senderos ocultos, están las palabras de Eduardo Galeano, ese pensador/descubridor del puso espiritual de América Latina, que con su calado profundo nos ha regalado tantos momentos de emoción y conocimiento de nuestras almas.
Las venas abiertas es así un recital performático que quiere pulsar esa espiritualidad y crear una especie de sensación de complicidad, un pequeño espacio de belleza que por una hora nos permita constatar que nuestro mundo no está habitado solo por el vacío y la estupidez, y que las cosas sencillas también pueden detener el tiempo y por un segundo, hacernos recordar que el hombre es el territorio donde la felicidad y la dignidad son posibles.
