
Reverón, el grito de la luz
Es una obra de teatro que representa un acercamiento fabulado de la vida y obra de Armando Reverón. La obra presenta situaciones cotidianas del pintor como artista importante de la plástica venezolana del siglo XX. Ambientado en un lugar de la costa venezolana, un “Castillete”, ubicado en la Guaira, donde se representarán ritos, afirmaciones, creencias, virtudes, actitudes, que Reverón realizaba para demostrar la cercanía, creación y construcción del proceso creativo de su trabajo artístico.
Al comienzo de la obra de teatro el pintor conversa con los espectadores, haciéndolos cómplices en el recibimiento a algunos amigos que lo visitan y que en forma de monólogo presentará durante el recorrido de la puesta en escena. Los amigos esperados son figuras históricas conocidas del arte nacional como Nicolás Ferdinandinov, Alfredo Boulton , Margot Benacerrat, sus amigos en la vida real. Se verá la relación con su padre y personajes ficticios del gobierno del general Gómez, representándolos con gran teatralidad. Con ellos dialoga, entrando en conflicto por sus creencias, con el contexto artístico del momento, años 50 del siglo pasado. Esas visitas le traen recuerdos que lo entristecen y atormentan escapando de ellos con escenas de humor, protestando, advirtiendo, pintando, toreando, vistiéndose de levita y con sombrero Pumpá, bailando con sus muñecas de trapo, conversando con su mono Pancho y burlándose de sí mismo, a la vez, escuchando voces que le generan emociones encontradas. Para salir de sus tormentos el artista acude al centro del escenario marcado por una figura blanca donde dialoga con Juanita su esposa y gran amor, allí reflexiona profundamente sobre la Luz como un elemento imprescindible del color para la expresión plástica, esa reflexión es terapéutica para Reverón, lo apacigua, equilibra, le da serenidad hasta que lo lleva a la paz interior, demostrando así que el artista necesita de una tesis, una creencia, una ideología, como grito con el arte para encontrar la armonía necesaria y el arraigo en una vida de creación.
